¿Rivalizan la Ciencia y la Astrología?
- Miguel Mónaco
- 4 mar 2022
- 5 Min. de lectura
Creemos que solamente algunos cultores de ciertas ciencias, asumen un rol crítico sobre la astrología y si bien es cierto que la crítica es necesaria por cumplir con un rol evolutivo…no podemos dejar de observar el pensamiento del filósofo Joaquín Trincado, quien sostenía que: “La crítica de lo que se desconoce es calumnia” Tenemos que comenzar diciendo que el término ciencia, etimológicamente deriva del latín scientia y significa conocimiento. La dedicación a distintos ámbitos del conocimiento dio origen a una categorización amplia del concepto ciencia. Ha ocurrido y sigue ocurriendo, que la orientación específica de algunos Astrólogos, ha pretendido hacer entrar a la Astrología, dentro de la esfera de las ciencias duras y esto, bajo mi opinión, es absolutamente imposible de lograrse. Ocurre que la práctica astrológica se apoya en el movimiento de los astros y ese aspecto sí, forma parte de las ciencias exactas y es abordado excelentemente bien por la ciencia astronómica, asistida por las matemáticas, la física y otras ciencias también exactas. Pero a la astrología, no le interesa el movimiento de los astros, más que como un indicador simbólico, para entender algunas cuestiones en las que las ciencias nombradas y otras, no tienen injerencia alguna.
Sí, considero que la astrología puede quedar enmarcada dentro de las categorizadas como humanísticas. Tenemos que decir que muchas veces, desde las ciencias duras, un cierto tipo de cultores, intentan descalificar no solo a la astrología sino a un sinfín de otras ciencias. Hasta hace relativamente poco tiempo, la misma psicología estaba cuestionada y aún hoy, muchas veces se la intenta poner por debajo de la psiquiatría y a esta a su vez por debajo de otras ciencias.
Por suerte es cada vez más notorio que muchos profesionales de distintas áreas, se acercan hoy a la astrología con mucho interés, en su mayoría psicólogos. De hecho esto siempre ocurrió, pero ahora podemos decir que estamos ante una tendencia en crecimiento y esto nos lleva a reflexionar sobre algunos puntos.
Podemos preguntarnos sobre el motivo por el cual, aquello que hace unos años era tomado como patrimonio de ilusos (en el mejor de los casos) o como una práctica reprochable en manos de oportunistas, viene ganando cada vez más adeptos provenientes de distintos estratos de la intelectualidad en todo el mundo.
Antes de este resurgir de la astrología, habían sucedido algunos fenómenos en paralelo que fueron determinantes para que la astrología caiga en cierto descrédito. Por un lado, el surgimiento del pensamiento científico moderno (que como recién comentamos se convirtió en censor y juez). Por otro lado, la subyugación de los adelantos traídos por las ciencias duras hizo que las personas, en amplia mayoría les “subieran el pulgar” a dichas ciencias. No podemos desconocer tampoco que a la mente, le resulta muy incómodo sostener las contradicciones propias de la vida y “refugiarse” en las ciencias duras es de alguna manera tranquilizante. O sea que, para no asustarse de este “cuco”, simplemente se optó por dejar de tenerlo en cuenta, sin reparar en qué, de esa manera, quedaron fuera de estudio un sinfín de temáticas de las cuales nos seguimos ocupando los astrólogos.
Que las ciencias duras no se ocupen de saber cómo una persona puede mejorar su vínculo de pareja; la relación con los hijos o cualquier otro componente humanístico de nosotros, los humanos, no quiere decir que esas cuestiones no estén presentes y que encima, ocupen generalmente el rol central en la vida de las personas. Los astrólogos no nos ocupamos de saber por ejemplo, cuántas calorías, proteínas, y otros nutrientes tiene un plato de comida. Aunque saberlo sea muy importante, no es un tema de nuestra incumbencia. Nosotros no estudiamos eso. Para eso están las ciencias duras. Lo que a nosotros nos interesa saber es, por ejemplo y vinculando de alguna manera con el tema anterior, qué significa para una madre alimentar o para un hijo recibir alimento y no me refiero a lo arquetípico de la cuestión, sino a la particular manera de sentirlo cada persona. Nos interesa saber que connotaciones psicológicas particulares tienen estos fenómenos, y todo esto visto a la luz del simbolismo astrológico, porque obviamente hay otras ciencias no duras que se ocupan de lo mismo. Nos interesa saber, cambiando de ejemplo, ¿Enmarcada en qué cualidad una persona discute con otra?…. ¿pretenderá tener siempre razón? cederá todo el tiempo? ¿Tomará la discusión como una lucha de poderes? ¿Discutirá para aprender? ¿Discutirá para fortalecer su ego? ¿Querrá ser distinto discutiendo cuando nadie discute y callándose cuando todos discuten? Esas y tantas otras cosas de las cuales las ciencias duras no pueden opinar son las que nos ocupan. Podría seguir poniendo ejemplos de todo tipo, pero creo que con lo dicho el tema quedó esclarecido.
Como comprenderán, ocuparse de aquello que se ocupan las ciencias duras es arduo y conlleva mucho estudio y ocuparse de aquello que incumbe a la astrología también.
Retomemos el hilo inicial y veamos a qué se debe este nuevo “florecimiento” de la astrología. Sus enunciados son muy antiguos pero ahora están siendo muy valorizados nuevamente y creo que esto, lejos de denotar un retornar a las fuentes como una cuestión romántica, se debe a que, cada vez más, muchos profesionales que trabajan en el tema de la conducta humana, están constatando sus poderosos alcances, a pesar que aún queda mucho por comprender y sobre todo por valorizar.
En estos renovados albores, lo más valorado de nuestra disciplina es para muchos, la capacidad que podríamos llamar “diagnóstica” y que permite con una pronta mirada sobre el mapa natal, entender el origen de muchos trastornos. Obviamente resulta muy “fuerte” estar mirando la Carta Natal de alguien que no conocemos en absoluto, y de quien inclusive hasta podemos desconocer su nombre, y comenzar a hablar con mucho fundamento sobre su personalidad. En mi práctica como astrólogo, muchas veces recibo consultas de profesionales que vienen tratando desde hace algún tiempo a un paciente y que necesitan por distintos motivos conocer más rápidamente los disparadores de algunas conductas. En todos los casos, la sorpresa que reciben es muy grande, porque a partir de la devolución astrológica, comienzan a entender ciertos “mecanismos” de la conducta particular de su paciente y entonces todo comienza a comprenderse mejor.
Sin embargo, a los astrólogos que trabajamos en esta línea, nos queda pendiente un desafío muy grande y que consiste en transmitir tanto a los profesionales de la salud como a los consultantes, lo que alcanzamos a saber sobre el mayor atributo de nuestra ciencia: la lógica profunda del zodíaco. Trabajando sobre ella, se llega a poder analizar la personalidad como un todo integrado en interminable juego de luces y sombras. Quien sea capaz de alcanzar esas alturas, se verá “premiado” por un saber sumamente revelador y transformador.
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